El joven investigador Adrián García Torres es de esos historiadores que confiesan que la realidad que nos envuelve se comprende mucho mejor si se sabe de dónde vienen los antecedentes que han marcado nuestra sociedad y el comportamiento encadenado que trae consigo los avatares que ha padecido (o vivido) una población. Pertenece al grupo de Historia y Clima de la Universidad de Alicante y desde hace casi un año ha rescatado del Archivo Municipal los documentos que han dado forma a una investigación sobre el Elche del siglo XVIII… porque la ciudad de las palmeras ha sido un buen ejemplo, si no el mejor, de lo que supuso el agua, de la nada al todo, para un municipio que quería mejorar pero que se movía en coordenadas movidas por el clima, la falta de recursos, el miedo y la Iglesia. “El trabajo parte de saber cómo incide el clima y el medio en la economía de la sociedad del siglo XVIII. Es decir, tratamos las cuestiones económicas, sociales… y cómo se intentan remediar las distintas situaciones que se van dando tanto con medidas técnicas como con las religiosas”, explica Adrián García, al tiempo que matiza que “me he visto gratamente sorprendido por la gran poliferación de documentos encontrados en el Archivo ilicitano y por la calidad de los mismos; estamos acostumbrados a estudiar el clima a través sólo de cifras, pero la importancia de los textos encontrados en Elche nos da una información novedosa, cualitativa, con expedientes, actas municipales y planos”.
Habla el investigador de la importancia del siglo XVIII, “desde la Ilustración hasta el crecimiento demográfico y económico; pero, también nos encontramos con elementos que van a ser un freno”. Y eso ocurre con el agua, o con su ausencia. “Desde los cinco proyectos que se realizan para traer agua potable a la ciudad, que comienzan a plantearse en los años 20, pero que hasta más de medio siglo después no se consigue hacer realidad ninguno de ellos… muchas veces por la falta de dinero. Así -continúa Adrián García-, nos encontramos con un Elche con falta de agua para el municipio y para los cultivos del campo, y se buscan soluciones y las más sencillas, una vez que han fallado los remedios técnicos, llegan con la espiritualidad, con la religión… La gente busca los remedios más fáciles y es el momento de acudir al credo, a la Iglesia, para rogar y que lleguen las lluvias cuanto antes”.
Los ejemplos se repiten a lo largo de la documentación que se van rescatando de las estanterías que guardan oportunidades de tiempo e historia cercana. “En las actas municipales ya se habla de las peticiones del clero como una situación habitual. Así, hay distintos grados de rogativas para que llueva, desde las normales hasta las penitenciales o las procesiones generales de la población”. En este último caso se incluye la petición popular que el pueblo de Elche realizó a su Patrona “para que, en este caso, cesaran las lluvias que estaba sufriendo la ciudad durante 5 ó 6 días. Fue la riada más catastrófica que tuvo el siglo XVIII en el sur de la provincia. La imagen de la Virgen de la Asunción fue bajada incluso hasta el cauce donde se había desbordado el río. El milagro se produjo y se conmemoró incluso en los siguientes años; además, en el puente de Santa Teresa se construyeron las capillas que hay ahora y se dejó una inscripción de todo aquello”. Adrián García comenta, por último, la influencia del miedo que también estaba presente en aquellos momentos “cuando se acude a las situaciones religiosas, miedo a la larga sequía, a la inundación, a las enfermedades, a la muerte…”. Partes de la investigación se ha ido mostrando en congresos y seminarios de Zaragoza, León, Valencia y Alicante; y, en los próximos meses, el estudio se completará con otras localidades que “vivieron” el siglo XVIII como Elche, o casi.
Fuente: Diario Información 08/06/2012