A falta de condenas al responsable último de pelotazos urbanísticos y desaguisados ambientales en la localidad salinera (nuestro “Carlos Fabra” particular, el ex-alcalde Hernández Mateo), las llamas juzgan otra de sus perlas. (Nota del editor)
El edificio del Balneario de Lodos, propiedad del Ayuntamiento, fue ayer pasto de las llamas. Como una falla, buena parte de la estructura de madera del singular inmueble, concebido por el arquitecto japonés Toyo Ito, se consumió en dos horas. Los bomberos recibieron una llamada de alerta sobre las tres y media de la tarde. A la punta de La Víbora, una de las orillas de la laguna de Torrevieja, en la urbanización Las Torretas, acudieron efectivos de Torrevieja y después, ante la dimensión que tomaba el fuego, los de Almoradí. Una docena de efectivos que se emplearon a fondo para acabar con unas llamas que provocaron graves daños en la cubierta y el interior.
Una lucha contra el fuego nada fácil teniendo en cuenta la estructura helicoidal del inmueble, en forma de caracola, levantada en madera, y el revestimiento asfáltico de la cubierta. Factores a los que se sumó la zanja de tierra levantada alrededor del inmueble o el cierre de caminos, obstáculos dispuestos por el Ayuntamiento precisamente para evitar siniestros y robos.
Todo parece apuntar a un acto vandálico. Varias patrullas de la Guardia Civil y de la Policía Local acudieron al lugar, pero no pudieron ser alertadas con anticipación por las imágenes de la cámara de vigilancia instalada por el Ayuntamiento. Tampoco podrán emplear ese dispositivo para determinar las causas del fuego. No funciona desde hace meses y no se conectó al sofisticado sistema de videovigilancia de la Policía Local pese a que su función era precisamente evitar robos -sobre todo, de la cubierta de chapa de cobre que ha desaparecido por completo, al igual que el cristal-, incendios y otras incidencias, como la ocupación como alojamiento temporal.
Turismo
Las obras del parque de relajación formaban parte de un ambicioso plan municipal de excelencia turística promovido en 2000, que incluía la contratación del prestigioso arquitecto japonés. Se diseñaron tres edificios singulares del que solo se construyó el ahora siniestrado, con un presupuesto de 1,5 millones de euros, con el objetivo de convertir la instalación en un polo de atracción turística y dar un uso regulado a los populares baños de lodos de la laguna salinera.
La dirección general de Costas alertó que invadía el suelo dominio público sujeto a un expediente de deslinde. El Ayuntamiento no llegó a pedir una concesión para el uso del mismo, ni autorización previa a Costas para las obras, alegando que las competencias eran de la Generalitat. Sin embargo, tuvo que paralizar el proyecto. Desde ese momento, en torno al año 2006, el edificio comenzó a convertirse en una “ruina contemporánea”, símbolo de toda una época de grandes proyectos municipales en periodo de bonanza económica, en el que la máxima de más espectacular y, sobre todo, la de más cara dirigía la política local.
Diario “Información”, 06-03-12