Integrantes de la Asamblea de Estudiantes que participaron esta semana en las barricadas ante el Rectorado explican quiénes son y de dónde vienen.
¿Quiénes son los estudiantes que plantaron barricadas esta semana ante los accesos al Rectorado hasta el punto de paralizar la gestión del Campus por un día?
La decisión de la Asamblea de Estudiantes –de la que forman parte– de negar la entrada a los 200 trabajadores del edificio administrativo de la Universidad les ha costado el rechazo explícito del Consejo de Gobierno y más concretamente de las formaciones sindicales de CC OO y UGT, así como de las otras dos asociaciones de alumnos que, como ellos, compiten por las elecciones el martes próximo, Campus Jove y ALUA.Pero en la Asamblea replican tanto a los que les tachan de radicales como a los que han torcido el gesto tras lo sucedido el miércoles: «Somos pacíficos». Mientras, en el aula que tienen ocupada en los bajos del Aulario II diseñan nuevas pancartas de protesta al tiempo que ordenan las mesas y sillas tras las barricadas.
«No somos antibolonios, es un término muy despectivo. De hecho ninguno estamos en contra de que haya un modelo universitario europeo común, pero no compartimos que se nos quiera imponer de una forma determinada en la que prima el mercantilismo». Es una reflexión que comparten todos ellos y para difundirla por el Campus sacrifican horas de estudio lo que a más de uno le pasa factura. Guillem Sellés arrastra asignaturas pendientes desde hace algunos veranos, aunque al igual que Isabel Álvarez se considera «la excepción» entre sus compañeros de Asamblea, con expedientes envidiables.
A Guillem le tocó mediar con el rector en la primera ocasión en que se plantaron en noviembre pasado ante el despacho de Jiménez Raneda para exigir un debate sin clases y un referéndum sobre el Plan Bolonia. «Queremos participar en la universidad del futuro pero para eso necesitamos más calma y estructuras participativas, lo que tratamos es de que la gente se informe porque, como decía Aristóteles, somos animales políticos, sujetos activos que podemos modificar nuestro entorno».
Se han conocido en el seno de la Asamblea que nació hace un par de años como tal y defienden lo mismo con idéntica claridad de ideas aunque los estudios que cursan sean distintos. «Mi padre me echa en cara que no hablo de otra cosa que Bolonia pero es que llevo cuatro meses en tiendas de campaña y ha sido muy duro», cuenta Guillem. Con las barricadas saben que han ido más allá: «Era una especie de suicidio por la proximidad de unas elecciones de alumnos a las que nos presentamos por primera vez como colectivo, pero la decisión de replicar a la represión policial contra los estudiantes y otras personas en Barcelona fue conjunta, a nivel estatal, y no podía esperar», explica Montserrat Tomás.
Ahora el balance que hacen no es «ni bueno ni malo, había que hacerlo. A los que no gustábamos les gustamos menos y lo aprovechan como argumento para criminalizarnos pero también hemos recibido muchas muestras de apoyo». Ésta es Patricia García. A ella le tocó la portavocía del debate sobre Bolonia con el rector y el presidente del Consejo de Alumnos, momento en que se calentó el ambiente universitario. Sostiene que es muy triste que por la vía democrática y de los argumentos «no nos hagan caso desde la institución universitaria». En cambio recuerda que cuando se sucedieron las movilizaciones contra la guerra de Irak «como también era ir en contra del PP, desde el Rectorado todo fueron facilidades».
Las diversas portavocías se las reparten los que han estado en la Asamblea «desde un principio, no cualquiera, pero sin afán de protagonismo» y llevan al extremo este tipo de organización «abierta y transparente, para bien o para mal» como explica Samuel Ortíz. Tiene un hermano en el mismo colectivo, Tomás José Ortíz, para quien su implicación ecologista y cultural es ya «una forma de vida» con la que además se le ve a gusto.
Lo que no les gusta tanto es la actual estructura y funcionamiento de la sociedad y tratan de hacerlo ver y notar como una prolongación en la Universidad. No en vano muchos de ellos han sido Erasmus y su experiencia en otros centros europeos les pesa. Se muestran convencidos de que su modo de proceder se ha pervertido hasta convertir un acto como el de las barricadas «que no dejaba de ser embarazoso, en algo que se tacha de violento», lamenta Enrique Ballenilla. A título individual todos opinan lo mismo y con idéntica firmeza defienden unas ideas que se han ido forjando en su trayectoria personal, desde su primera concienciación social cuando estaban en el instituto, y que ahora focalizan contra el Plan Bolonia.
Sus perfiles:
- Guillem Sellés: 4º de Filología Catalana, 23 años. Miembro de SEPC, Sindicato de estudiantes de Països Catalans. Primero es de Ibi, su pueblo, y se siente catalán aunque su nación ahora es la Asamblea de Estudiantes «donde trabajo». En el IES Fray Ignacio Barrachina se implicó a nivel estudiantil a través del consejo escolar y un concierto de Lluis Llach a los 16 años le marcó su trayectoria por la lengua y la cultura. Su madre es librepensadora y con su padre, de CCOO, no está de acuerdo en muchas ideas.
- Adrián Penalva: 2º de Historia, 20 años. Miembro del MUP-R (Movimiento por la Unidad del Pueblo-Republicanos). Estudió en el IES Tirant lo Blanc de Elche y trabaja en el MUP-R desde las elecciones del 2007 «por la unidad de las clases populares, reivindicando la república». El primer curso lo ha sacado bien, matrícula en Contemporánea, y ahora pierde alguna clase por trabajar con el colectivo de la Asamblea. Se unió tras la primera acampada en La Mano del Campus «porque vi unas ideas muy claras».
- Evaristo Pitaluga: 1º de Historia, 19 años De izquierdas, considera que el PSOE es más bien de derechas. Tiene familia en Mutxamel pero procede de Almansa. Su abuelo fundó allí la sección de CCOO en la Seguridad Social y su padre pertenece a la Plataforma por el ferrocarril, de izquierdas, mientras su madre está afiliada al PP. Por eso se siente como pez en el agua en la diversidad de opiniones: «me gusta hacer de abogado del diablo». Quiere ser bombero y estudia carrera para sacar más fácil la oposición.
- Pedro Sánchez: 1º de Trabajo Social, 22 años Busca un cambio social. No le llena ningún partido político. Sus padres llegaron de Murcia por trabajo y el nació aquí. Fue al IES Playa de San Juan siendo delegado de alumnos, como ahora. Le encanta su carrera porque le «ayuda a valorar más el pensamiento crítico». El Plan Bolonia le da «mucho miedo» por «la entrada de la empresa en la universidad y porque fomenta el pensamiento único». Le molesta que les consideren como hippies o kale borroka.
- Llanos Navarro: 3º de Química, 22 años. Le convenció la Asamblea por su funcionamiento abierto y serio. Es de Albacete, con familia en Alicante, y habla por ella misma porque «no represento a nadie». Sin embargo al acercarse a la Asamblea percibió que compartía su defensa por un cambio en el funcionamiento de la estructura de la Universidad, por democratizarla. No le alegra lo sucedido el miércoles con las barricadas pero asegura que «no nos quedaba más remedio que molestar a la sociedad».
- Fuensanta Mendoza: 4º de Sociología, 23 años. El año que viene se va de Erasmus a Londres y Méjico. Llegó de Murcia con su novio para estudiar en la UA y aunque él se movía en el ambiente político ella no se siente representada por ningún partido. Las charlas con compañeros de clase le llevaron a la Asamblea y su carrera le ha ayudado a formarse una «conciencia crítica». Dice que este mundo no está bien y que para cambiarlo hay que mover a la gente. Piensa seguir movilizándose.
- Montserrat Tomás: Matemáticas, 21 años. No está en ningún sindicato. Le gusta picotear de varios. Estudió en el IES Maciá Abella de Crevillent y está en la Asamblea porque desde el principio se implicó con jornadas culturales del valenciano por el Sepc. Su carrera se resiente pero dice que «si te implicas es lo que toca». Advierte prejuicios contra ellos «que no se pueden cambiar» y de las barricadas: «pudo ser algo agresivo pero en ocasiones es precisa una actitud más forzada que no radical».
- Isabel Álvarez: 4º de Traducción en Francés. Apartidista, 24 años, cree en el movimiento social de base. El año pasado se fue un cuatrimestre de Erasmus a Francia donde participó en una movilización contra la ley universitaria francesa «como la LOE aquí», con la ocupación de un aulario durante dos meses. Espera terminar este año la carrera y quiere seguir con el título propio de Cooperación al Desarrollo. «El politiqueo no me gusta, las cosas se pueden cambiar con la educación».
- Samuel Ortiz: Doctorado de Geografía, 24 años. Miembro de Iniciativa del Poble Valenciano, ecosocialista. Santapolero, ha cursado un año de Erasmus en Francia y su tesis la dirige el padre de un integrante de Campus Jove, formación con la que compiten por las elecciones. Milita en movimientos sociales desde los 18 años y estuvo 3 en Esquerra Unida. Está convencido de que el Rectorado quiso forzar la situación con los alumnos: «Los radicales son lo que imponen la reforma sin consultar», sostiene.
- Enrique Ballenilla: Matemáticas, 25 años. De gustarle algún partido sería minoritario y de izquierdas. Le quedan 4 asignaturas para acabar la carrera. En el IES San Blas pertenecía a la asociación de estudiantes y formó parte de la Plataforma por la enseñanza pública «que desapareció cuando los que estábamos pasamos a la Universidad». Su padre, profesor, siempre ha estado vinculado a las reformas. Lo de las barricadas dice que fue embarazoso pero que se ha pervertido como violencia.
- Tomás José Ortiz: 2º de Empresariales, 23 años Iniciativa del Poble Valenciano y Asociación cultural El Clot. Sus actividades dice que tienen más que ver con la cultura que con la política y que le quitan tiempo para estudiar –combina asignaturas de primero, segundo y tercero– pero que merece la pena porque se ha convertido «en una forma de vida. Estoy con gente con mi misma forma de pensar, un grupo que integra en el que te sientes bien». Su hermano, en la Asamblea, «me ha influido seguro», dice.
- Patricia García: 5º de Psicopedagogía Pertenece a movimientos feministas. Políticos, no. En el IES 8 de Marzo de Alicante fue delegada y participó en las protestas contra la LOU (la ley universitaria). Después, en movimientos antipatriarcales como La Colectiva y Donasses. Este año acaba la carrera y quiere hacer el doctorado. Hace tres estuvo de Erasmus en Roma y en movilizaciones allí contra el Plan Bolonia. No cree en el sistema actual «capitalista y ademocrático».
Galería de imágenes:
Vía | Moviment per la Unitat del Poble-Republicans