Entre acusaciones de corrupción y dificultades para financiarse, el Gobierno de Ecuador ha anunciado que sigue adelante con la iniciativa Yasuní, por la que se compromete a no destrozar 200.000 hectáreas de selva virgen preñadas de petróleo si consigue 3.600 millones de dólares de la comunidad internacional.
El Parque Nacional Yasuní es uno de los lugares con más especies animales y vegetales del mundo, pero su futuro está en juego porque esconde en su subsuelo 850 millones de barriles de petróleo. Desde 2007, Ecuador está pidiendo una compensación económica a los países ricos por renunciar a la explotación de este crudo, cuya combustión significaría la liberación de 400 millones de toneladas de CO2, una cantidad similar a las emisiones de España en un año.
El 30 de diciembre pasado, el Gobierno de Rafael Correa anunció que ha conseguido recaudar 116 millones de dólares (unos 90 millones de euros), aunque en el fideicomiso de Naciones Unidas sólo constan 2,7 millones, la mitad aportados por España. De momento, los 116 millones sirven para que Correa guarde en el cajón por lo menos durante otro año su plan B, un detallado proyecto para sacar el petróleo de Yasuní. El sábado, Correa explicó que el requisito para continuar con el plan A era disponer de 100 millones de dólares en dinero “comprometido y no necesariamente depositado”, por lo que la meta se ha cumplido.
La representante del proyecto Yasuní, Ivonne Baki, anunció el viernes que el objetivo de Ecuador para 2012 y 2013 es recaudar 290 millones de dólares cada año. La próxima evaluación podría llegar en diciembre de 2012. Si la hucha sigue vacía, Correa podría dar la orden de pasar al plan B: la extracción del petróleo del santuario natural.
Baki está en el centro de la polémica desde diciembre tras ser acusada de negociar a escondidas con la petrolera estadounidense Chevron para obtener una importante donación para el proyecto, a cambio de anular un juicio contra la multinacional por sus desastres medioambientales en Ecuador. Baki ha desmentido “enfáticamente” que mantenga “relación alguna” con Chevron.
La crisis económica mundial y la propia inestabilidad política de Ecuador han minado el proyecto, aplaudido por Al Gore, Mijail Gorbachov y Felipe González, pero criticado por el ministro alemán Dirk Niebel, que ve en él un “precedente con consecuencias imprevisibles”. Correa pide 3.600 millones de dólares antes de 2024 para no meter las excavadoras en Yasuní. Necesita 300 millones cada año, pero hasta el momento sólo ha conseguido 116 millones.
Además, el origen de lo recaudado no es muy esperanzador. El propio presidente ecuatoriano ha puesto los 40 millones de dólares que recibió como indemnización tras ganar un polémico juicio contra el diario opositor El Universo. Correa había denunciado al periódico por una columna en la que se le llamaba “dictador” y se le acusaba de haber ordenado “disparar a discreción y sin previo aviso en un hospital lleno de civiles” durante una revuelta policial en septiembre de 2010.
Otros 35 millones de euros provienen de un programa de canje de deuda ofrecido por el expresidente italiano Silvio Berlusconi, muy criticado por los liberales alemanes por preocuparse por la selva ecuatoriana en lugar de dedicarse a sanear sus cuentas públicas. El resto de las aportaciones a Yasuní son mucho más modestas: 1,4 millones de dólares de España, 400.000 de la región belga de Valonia, 130.000 de la constructora brasileña Odebrecht, 50.000 de una multinacional exportadora de bananas y otros 300.000 de Chile, Colombia y Turquía.
Diario “Público”, 03-01-12